jueves, 23 de junio de 2011

Orgulloso de vivir en este ecosistema.



En Torremendo, en un pueblo del sur de Alicante, los pueblerinos que tenemos el lujo de vivir en él somos directa o indirectamente testigos del alto valor ecológico de nuestras tierras, de su buena distribución y de la belleza de estas tierras.

En pocos pueblos se tiene ya el lujo de que a pocos metros de tu casa tengas un dormidero de garzas que, aunque no sea el más grande del mundo, en él se pueden encontrar multitud de estas aves y además de especies como la garcilla cangrejera o la garza imperial. Respectivamente, una se encuentra en peligro de extinción y la otra es un ave que está catalogada como vulnerable. Ambas encuentran un lugar donde poder vivir junto con una enorme colonia de Martinetes y Garcillas Bueyeras, en el Pantano de La Pedrera.

Curiosas son las observaciones o audiciones nocturnas de multitud de aves que aprovechan las noche de verano para desplazarse o para reclamar y testigo de estos cantos siempre quedará en mi memoria las noches que he pasado escuchando al alcaraván común. Especie que amenizaba todas las cenas de campo nocturnas en el campo de mi padre, que está junto al susodicho pantano.

Aún se puede escuchar el maullido del mochuelo a las afueras del pueblo, e incluso, unos tres ejemplares que se sepan tienen zonas de campeo en las calles de Torremendo. Uno de ellos en el tejado de mi propia casa junto con una lechuza y un búho chico (lechuza citada este año y buho chico en el verano de 2010).

Lujo y felicidad es que salgas con el telescopio a la terraza de tu casa, lo instales en dirección Sierra Escalona y puedas observar a multitud de rapaces volando sobre la sierra. Sierra que se trata de una de las últimas "joyicas" ornitológicas de la vega baja que se deben conservar y que todavía no se les ha dotado de la figura de protección que debe de tener.

Ya no son los años en los que se veía con relativa facilidad al alzacola en el campo, aquellos años en los que los cultivos de regadío no eran tan abundantes ni la gente construía en los ecosistemas semiesteparios de la localidad. Hoy día muchos ya transformados. No son tampoco los años que se contabilizaban 30 o 40 mochuelos encaramitados en los cables eléctricos que iban desde Torremendo a Hurchillo pero a pesar de ello cada año estas maravillosas tierras nos sorprenden y nos hacen emocionarnos con la silueta alada de alguno de nuestros ilustres "vecinos".  


Mochuelo en un poste eléctrico

Cría de Alcaraván que fue salvada por un agricultor de ser atropellada por su tractor. Poco después de poder fotografiarla fue puesta en libertad junto a su madre.


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